domingo, 13 de enero de 2013

La otra cara de la moneda:

  
Los nazis, durante la II Guerra Mundial, hicieron muchísimas cosas malas, entre ellas se encuentra el Holocausto. El Holocausto por supuesto fue algo terrible, injustificable, y podría seguir diciendo adjetivos despectivos para referirme a él, que no acabaría nunca.

Pero como en todo, hay una parte positiva, que si te esfuerzas por entenderla realmente te darás cuenta de que no todo lo malo está del todo mal. Bien, los nazis, tenían una idea: mejorar la raza humana, hacer de la humanidad una raza del todo superior. La idea en sí no la criticaremos, a algunos les parecerá bien y a otros mal, pero el caso es que ellos creían que era lo mejor para todos y se atrevieron a intentarlo. Es evidente que los medios para llevarla a cabo son repugnantes (el exterminio) y por supuesto el fin, que como ya he dicho está sujeto a la opinión, pudiendo ser bueno o malo,  no justifica los medios.

El caso es que tenían un propósito que para ellos era bueno, el mejor, creían que haciendo lo que hacían mejorarían el mundo, que harían una aportación importante y beneficiosa para la humanidad, y aun sabiendo que los medios por los que iban a intentarlo iban a ser criticados por todos, se atrevieron a hacerlo, y es que discúlpenme pero hay que tener cojones 

El acto en sí de exterminar a los judíos es cobarde y ellos lo sabían, pero se atrevieron a hacerlo sabiendo que serían la verguenza de la historia. La mayoría de nosotros, si tuvieramos que atrevernos a hacer un acto cobarde por un fin que creemos bueno, no nos atreveríamos por muy bueno que sea el fin, por las consecuencias que traerían los medios, pero si el acto fuera valiente y nos convirtiera en héroes, atreverse a hacerlo no requeriría de valentía. Con esto no justifico ni mucho menos sus actos, solo me refiero a que hay que valorar además de los actos el hecho de que se atrevieran a llevarlos a cabo, con tal de alcanzar su fin. Sacrificaron sus vidas, su ideología quedaría por siempre condenada, sus nombres ensuciados y todo porque echaron un órdago a sus ideales, y eso les gusten o no sus ideales señores, es valentía.

Quiero concluir haciéndoos saber que no estoy a favor de la ideología del Holocausto, que me parece la mayor atrocidad de la historia. Aunque intento demostrar que en cuanto a coherencia los nazis de la II Guerra Mundial son todo un ejemplo y que la mayoría de nosotros deberíamos aprender de ellos, a atrevernos a hacer lo que estamos convencidos de que es lo mejor, siendo coherentes con nuestros principios.

“hasta el más malo de la película tiene algo bueno de lo que debemos aprender”

Jacobo J.

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